Historia del pensamiento
utópico y el impacto histórico de Utopía
de Tomás Moro en los movimientos y revoluciones sociales desde su publicación
en el siglo XVI.
En
su famoso dialogo “La república de Platón”, describe lo que para él es una
organización social perfecta, y cuando se le pregunta dónde se encuentra esa
espléndida sociedad él responde: U-Topós, o sea, en ningún lugar, expresando
con ello que su teoría es una ficción y un conjunto de ilusiones, pero que algo
así no podría ocurrir en la realidad. Por eso la palabra Utopía ha llegado a nosotros
a tener el significado de fantasía, un anhelo irrealizable¹. La palabra
"utopía" por sí misma tiene muchos significados, corrientemente se
emplea como equivalente de irreal, pero también la palabra Utopía se
relaciona mucho a la palabra felicidad, todo mundo la desea, y en cuanto la
desea se busca la manera de cómo llegar a ella, pero al mismo tiempo la
considera un bien inalcanzable y no hace nada por conseguirla. Utopía significa
pues esas cuatro palabras:”irreal-felicidad-fantasía-inalcanzable”. Pocas
palabras tienen esa múltiple connotación, ese raro antagonismo².
Tomás
Moro nació en Londres en 1478 y fue hijo de un juez de la corte, por lo que
desde chico vivió en el mundo de las leyes, la política y la jurisprudencia.
Moro describe en Utopía lo que para
él es una sociedad ideal, una sociedad perfecta, donde se realizan en la práctica
los valores que conforman su filosofía social y política, la cual se identifica
con el humanismo renacentista. La obra de Moro es extraordinariamente avanzada
para su tiempo, el modelo de sociedad que representa es evidentemente
democrático y algunos dicen que socialista, por lo que se le considera uno de
los precursores del “socialismo utópico”, lo que en este caso no debe considerarse
como ingenuo sino progresista. Por otro lado, Tomás Moro fue canonizado, es un
santo, vive en la eternidad y puede intervenir en las cosas del mundo, aunque
hasta donde se sabe, prácticamente nadie le reza. Sin embargo, no deja de ser
un símbolo interesante de los grandes deseos que sólo se realizan entre todos y
para todos, por lo que resultaría válido y congruente rematar esta introducción
con una oración: “Sancte Thomas, ora pro te ipso´…para que en el tiempo y en el
mundo se realicen tus anhelos. Hazte tú mismo el milagro de que surja la utopía³.
UTOPÍA de Tomás Moro es
su obra por excelencia, con ella se inaugura en la historia de la humanidad el
concepto de “pensamiento utópico". Esta obra fue publicada en
Lovaina en 1516, Tomás Moro había confiado a Erasmo de Rotterdam su más fiel y
querido amigo la misión de supervisar la publicación. El escrito originalmente se
presenta en dos tomos y en forma de historia maravillosa. Utopía ante todo es
una crítica a la sociedad inglesa del siglo XVI, muy parecido al estilo de
George Orwell en Rebelión en la Granja
que critica al régimen de Stalin con un simbolismo similar que el usado en Utopía, pero que en lugar de una isla,
toda la URSS es una granja donde los animales organizan una revolución para
echar fuera a los humanos para autogobernarse.
¹ Prologo de Utopía de Tomás Moro, editorial Tomo, cuarta edición, 2005.
³ Comentario de Roberto Mares de Utopía de Tomás Moro en contraportada, editorial
Tomo, 2005.
En Utopía, Tomás Moro cree necesario ante todo seguir dos principios básicos donde
descansa su obra, primero, un cambio en la organización social y moral de la
sociedad, así como la necesaria instauración de la “propiedad en común” para
todos los ciudadanos en la isla, todo esto ambientado en el siglo XVI y
enfocado principalmente para la isla de Inglaterra. Esta idea de propiedad en
común o por así llamarlo “comunismo primitivo”, para Moro no es tan
descabellado, porque dicha organización social en su tiempo existía, no era
sólo una fantasía irrealizable, dicha realidad se concretaba precisamente en
las nuevas tierras que acababan de descubrirse en América a sólo 24 años de la
publicación de Utopía. Allá es donde
en muchas partes de las nuevas tierras descubiertas, es común esta forma de
organización comunal que él propone, por lo tanto su pensamiento utópico es
posible.
La obra de Utopía nace por tanto no ya
bajo el signo de “irrealidad histórica”,
sino bajo el de “posibilidad histórica”.
Es lo que para Tomás Moro en su conciencia exige como moralmente necesario y
correcto para Inglaterra, es históricamente
posible, muy difícil si, pero no imposible. Con
Utopía, en este nuevo contexto
histórico del siglo XVI, con el fin próximo de la edad media y el descubrimiento
de nuevas tierras, surge esta nueva posibilidad de “potencialidad histórica”. Moro con Utopía crea de esta manera no sólo un nuevo género literario, con 1984 de George Orwell y Mundo Feliz de Aldous Huxley como máximas
obras de este género claramente influenciadas por ideas de Utopía, sino que a la vez Tomás
Moro crea una nueva forma de pensamiento, el pensamiento utópico.
El componente utópico es fundamental en algunos
representantes del comunismo primitivo o protosocialismo. Numerosos pensadores,
hacen referencia aunque sea en términos generales en cuanto a Estados y
sociedades perfectas a la Utopía de Tomás Moro y la Republica, de Platón.
Como ya dijimos, Utopía para Moro, es el futuro hacia el que la isla de Inglaterra
está orientada, en teoría, pero que puede ser llevada a la práctica. Utopía es la esperanza de Tomás Moro, no
sólo política, económica y socialmente, sino una esperanza para reformar el cristianismo
y la moral de toda la isla. Al leer su obra,
las instituciones utópicas son la respuesta a los problemas concretos
ingleses que se presentaban en el siglo XVI. Utopía no es pues, una mera fantasía o novela fantástica, sino una posibilidad
del potencial histórico que puede llevarse a la realidad concreta para solucionar
problemas reales, y que fue producto de la razón y las experiencias personales
de Tomás Moro. Él propone evitar aquellas instituciones que estimulan la
voluntad de dominio y la explotación del hombre por el hombre, con lo cual
hacen históricamente "imposible" la realización de la felicidad, paz,
igualdad y la realización del verdadero cristianismo 4.
Estas instituciones explotadoras y
dominantes tienen por soporte según Moro, la propiedad privada. Es por esto que
Tomás Moro está en contra de la propiedad privada y quiere demostrar en Utopía que la propiedad común, es la
clave para la igualdad y felicidad: “…donde quiera que exista la propiedad
privada, donde todas las cosas se midan por el dinero, no se podrá conseguir
nunca que en el Estado imperen la justicia y la prosperidad”5. De
esta forma Tomás Moro emite un juicio radicalmente crítico sobre la sociedad
cristiana inglesa del siglo XVI: “ésta no es razonable y, por lo tanto, con
mayor razón, no es cristiana”. Los mandamientos de Cristo están todavía muy
lejanos de la práctica del mundo cristiano, principalmente en la isla de
Inglaterra que más preocupa a Moro.
4 Tomás Moro, “Libro primero” en Utopía, editorial Tomo, México, 2005, pp. 42.
5 Ídem,
pp.68.
La
corrupción política en la Inglaterra del siglo XVI que critica en Utopía, tiene tales dimensiones, que ya
ni se puede proponer la reforma a fondo de todas las instituciones vigentes. No
existe otro camino que el de un cambio radical de todas las instituciones
inglesas, por eso él cree necesario abolir el concepto de propiedad privada, que es
el principal mensaje de trasfondo que nos ofrece Tomás Moro en Utopía. Esta idea expuesta por él, es a
mi punto de vista el principal impacto histórico de la obra de Utopía que trascendió no sólo en el
campo literario y filosófico, sino en lo político-económico-social. Traduciendo
a Moro en un lenguaje posterior a él, se puede decir que fue de los pioneros en
el pensamiento socialista y la revolución comunista que se gestó siglos después
con Marx6, sin olvidar los diferentes movimientos sociales reformistas
que se gestaron influenciados por Utopía,
antes de que estallaran las grandes revoluciones socialistas del siglo XX.
Con estos planteamientos quiero poner sobre la mesa la noción
de “socialismo utópico” que fue un concepto claramente influenciado por las
ideas de Tomás Moro en Utopía. Este
Socialismo Utópico ha sido acuñado para denominar a un grupo diverso de
pensadores y activistas que vivieron entre los siglos XVIII y XIX, configurando
un prematuro adelantamiento al socialismo moderno, el término es acuñado por
Federico Engels y Karl Marx para distinguirlo de una corriente que considera
más madurada, el socialismo científico. En un momento histórico en el que las
condiciones materiales del sistema capitalista eran las adecuadas para una
correcta comprensión del funcionamiento de la lucha de clases, Engels analiza
en su texto “Del socialismo utópico al
socialismo científico” a tres grandes autores claramente influenciados en
gran o menor medida por Utopía que
fueron Saint-Simon, Fourier y Robert Owen. Engels denomina a estos autores como
los fundadores del socialismo7.
Norman MacKenzie en su “Breve
Historia del Socialismo”, realiza un repaso de todas las prácticas y
teorías precedentes al socialismo utópico: las revueltas campesinas en la
Europa de la Edad Media; Tomás Münzer y los anabaptistas protocomunistas; la
famosa “Utopía” de Tomás Moro de
1516; los levellers ingleses y los diggers encabezados por Gerard Winstanley a
mediados del siglo XVII; los escritores franceses Mably y Morel; el
comunitarismo de Rousseau, son algunas de las experiencias que contribuyen a la
formación del socialismo8. Estos movimientos se gestaron después de que Tomás Moro hubo publicado Utopía, que a través de la historia, se
han ido elaborando proyectos de sociedades utópicas en base a las ideas de Tomás
Moro, algunas con pretensiones de hacerlas reales, empezando con Tomás Münzer. En el caso de Münzer, fue
uno de los primeros revolucionarios que luchó por la instauración de una
sociedad justa, igualitaria y del bien común, hijo único de una familia humilde
nacido en Stolberg hacia 1490. Ya desde muchacho conoció todas las amarguras de
los pobres y de la injusticia, estando suficientemente dispuesto a sufrir con
ellos9. Así pues la ideología principal en aquel tiempo consistía en
intentar una renovación. Los campesinos exigían se les devolviera aquello que antaño habían poseído en cuanto ocupantes
originarios. No sólo se trataba de que la situación se enmendara para bien,
sino justamente de que todo volviera a ser como antes, cuando todavía existían
hombres libres, dentro de la comunidad y cuando la tierra a la manera
primitiva, era de todos y se explotaba en régimen comunal.
7 Marx,
Karl y Engels, Friedrich. El
Manifiesto Comunista. Edición virtual: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
8 Guerrero, Diego. Historia del
pensamiento económico heterodoxo. Ed. Trotta, Madrid, 1997,página 58.
9 Bloch, Ernst, “La vida de Tomás Münzer” en Tomás Münzer, teólogo de la revolución, editorial
Ciencia Nueva, Madrid, pp.18.
En consecuencia, los hombres pertenecientes a esta otra cara
del renacimiento, se sentían tanto amenazados como dignificados al mismo tiempo
a través de la pobreza y el arduo trabajo, creían que el fin de los tiempos se
avecinaba y con este sentido milenarista, creían que era un camino de regreso
al hogar, en el cual había de diluirse el viejo mundo y aun dios mismo para
formar una única comunidad de cristianos10. Y así predicaba Münzer
había de suceder a todos los pobres y menesterosos, al campesino y al siervo,
en donde hombres carnales y terrenales se convertirían en dioses por gracia de
la encarnación de Cristo11.
Tan en lo profundo el impulso y el contenido de esta revolución, la más
espiritual que hasta entonces conociera el mundo en amplitud, influenciada en
parte por Utopía. Si el mismo
Cristóbal Colon había buscado por entonces no ya la vía marítima hacia unas
Indias terrenas, sino más bien la Atlántida o el Paraíso, con tanta mayor razón
se orientaba el arca de Tomás Münzer nada menos que hacia los absolutos de
Cristo y el apocalipsis.
A ello se unía aún la demolición de la sociedad feudal, emprendida
por los humanistas con intención terrena por excelencia y remitiéndose a las
fuentes de la antigüedad y en la mayor parte de los casos a autores que habían
prefigurado ya los principios
fundamentales comunistas para su aplicación estatal. El contundente libro de
Platón sobre el Estado halló por entonces en la Utopía de Tomás Moro su primera paráfrasis, significativamente
dulcificada12.
Con estos clamores de la época, Tomás Münzer se lanzó a una
vía abiertamente revolucionaria, proclamando la legitimidad de luchar contra
las autoridades tiránicas. Sus predicaciones revolucionarias y colectivistas
contribuyeron a desencadenar la sublevación conocida como la Guerra de los
Campesinos de la que llegó a ser uno de los principales líderes, uno de sus
gritos de batalla fue “todas las cosas
nos son comunes”, que se extendió desde el suroeste de Alemania hasta
Salzburgo, Turingia y Sajonia, de las cuales sabemos sus funestos resultados. Totalmente derrotado, capturado, encarcelado y
torturado, Müntzer se retractó aceptando la fe católica romana en masa antes de
su decapitación en Muehlhausen en Turingia el 27 de Mayo de 1525. Fue
decapitado y su cuerpo fue mostrado públicamente como una advertencia de lo que
sucedería a todos los que eran considerados traidores y predicaran falsas
doctrinas. Para algunos historiadores ven en Tomás Münzer como sólo un radical de corta vida, sin
embargo, los socialistas lo consideran como un símbolo de la antigua lucha de
clases, un pionero, un luchador que buscaba la igualdad y que anhelaba que los
campesinos y obreros obtuvieran mejores condiciones de vida, todo esto
indudablemente influenciado en menor o mayor parte por la obra de Tomás Moro13.
No fue
sino más de cien años después de regreso
a la isla de Inglaterra, que un domingo de abril de 1649 se reúnen en la Colina
de St. George un grupo de jornaleros sin tierra encabezados por Gerrard
Winstanley, cuya intención era la de crear un ejemplo similar al de Münzer y Tomás Moro, ósea la propiedad comunal.
Comenzaron a cavar las tierras baldías y así hacer frente, además, a la demanda
de alimentos de los más pobres. La intención de Winstanley era dar a conocer
que la tierra podía convertirse en un tesoro común de subsistencia de toda la
humanidad donde todos los recursos naturales debían ser bienes fundamentales de
todo el pueblo, sin acepción de personas.
10 Bloch, Ernst, “La vida de Tomás
Münzer” en Tomás Münzer, teólogo de la
revolución, editorial Ciencia Nueva, Madrid, pp.71.
11 Ídem,
pp.72.
12 Ídem,
pp.74.
La lucha de Gerrard Winstanley14 empezó contra los
grandes señores que no cultivaban muchas de sus tierras, dejándolas baldías y
haciendo así subir los precios. Tras su famosa visión de crear una sociedad
comunal para trabajar la tierra, dedicó todo su tiempo a explicar mediante
folletos el cambio crucial que debía tomar la propiedad de la tierra. Criticaba ferozmente a los terratenientes que
vallaban sus tierras para, en teoría, hacerlas más productivas, sin embargo, el
aumento de población de Inglaterra en este siglo hacía inviable alimentar a
toda su población. Winstanley plantea en su reforma agraria no sólo un reparto
más justo, sino un aprovechamiento de las tierras baldías con una agricultura
intensiva que pudiera dar de comer a toda la población. Cosa que ya había
criticado Tomás Moro del sistema ingles en Utopía
al decir:
“…aquellos que pretenden que la miseria del pueblo es una
garantía de paz para el Estado, cometen un gran error. Reinar sobre un pueblo
de miserables no es propio de la dignidad de un soberano, que tiene el deber de
ejercer su potestad sobre una nación rica y feliz” 15.
En el caso de
Winstanley, fue uno de los primeros revolucionarios comunistas que fue
influenciado indudablemente por la revuelta campesina de Tomás Münzer, y en parte
este, a las ideas expuestas por Tomás
Moro en Utopía, en el cual tienen
muchas cosas en común tanto Gerrard Winstanley como las ideas expuestas en la
isla utópica de Moro. Aquí podríamos ver una especie de reacción en cadena, una
ideología que tuvo impacto histórico en los movimientos sociales de Europa,
iniciado en 1516 cuando Tomás Moro acuñó el término de Utopía, concepto y
pensamiento que no se quedó sólo en el ámbito literario o filosófico, sino como
una idea de potencial histórico. Aunque analizando la historia se puede ver que
el pensamiento utópico y sus repercusiones sociales, se han hecho cada vez más
racionales a lo largo del tiempo, se han ido dejando paulatinamente las
irreflexiones, las sublevaciones irracionales proponiendo un mundo mejor pero ilógico,
por cada vez gestarse movimientos y proyectos sociales, aunque utópicos sí,
pero basados cada vez más en la razón y en la lógica.
Gerrard Winstanley es un parte aguas de esta tendencia
utópica, pues aunque influenciado por Tomás Münzer y Utopía, él no proponía la abolición de la propiedad privada. Muy
lejos de caer en los riesgos utópicos de que “todo pertenece a todos” y las
ideas de la “propiedad en común”, Winslanley mantiene la propiedad privada, -si-,
pero le es insoportable la propiedad privada de la tierra. La tierra es el
tesoro común decía, y a esta comunidad de la posesión y cultivo de la tierra
debe dirigirse la transformación política y social. Gerrard Winstanley vincula
la caída humana, en el abandono de la propiedad originaria en común de esta
tierra y señala que la propiedad privada de la tierra es el origen de los problemas,
las guerras y las disensiones entre los hombres. El equivalente de ese bien
agrícola, la tierra, ese tesoro común, serían posteriormente para los socialistas
y comunistas modernos, los medios de producción, los medios económicos de
reproducción, subsistencia y desarrollo que no habían de limitarse únicamente a
la tierra16.
14 La infancia de Gerrard Winstanley es ampliamente desconocida, sin embargo
se sabe que fue bautizado en 1609 en la parroquia de Wigan, y que él era el
hijo de un tal Edward Winstanley, la identidad de su madre sigue siendo
desconocida. Se trasladó en 1630 a Londres donde se convirtió en un aprendiz de
sastre, finalmente en 1638 siendo un hombre libre se unió al gremio de Sastres de
Merchant. Se casó con Susan King, la hija de
cirujano londinense en 1639. Gerrard Winstanley después de su ardua actividad
política y religiosa, regresó a su oficio en Londres muriendo en 1676. Fuente: http://centrodeartigos.com/articulos-utiles/article_110321.html
15 Moro, Tomás “Libro primero” en Utopía, editorial Tomo, México, 2005,
pp. 62.
El razonamiento de Winstanley era, si “el más pobre tiene
derecho al voto como el más rico”, entonces, “el más pobre tiene derecho a la
tierra tan cierto como el más rico”. Al lado de la propiedad de la tierra como
“tesoro común”, son reiteradas las acusaciones de Winstanley contra del sistema
de mercado de compra/venta, práctica que condena sin cesar, hasta el punto de
proponer la vuelta al trueque y la abolición del dinero. Pensamiento casi
idéntico expuesto por Tomás Moro en Utopía
al considerar indispensable la abolición del dinero para el bien común al
decir: “donde todas las cosas se miden por dinero, no se podrá conseguir nunca
que en el Estado imperen la justicia y la propiedad” 17.
El utopismo político de Winstanley se vislumbraba en una
Inglaterra verdaderamente democrática, igualitaria y libre. Con este miedo de una
revolución de los pobres, los terratenientes temiendo a que se extendiera este
modelo de explotación comunal a toda la isla, fueron denunciaron a los
tribunales los insurrectos liderados por Winstanley, fueron hostigados con un
boicot y bloqueo económico. Un año después de empezar a trabajar las tierras,
los campesinos fueron expulsados tras la decisión del tribunal, sus chozas
fueron quemadas y la colonia de St. George dispersada. El propio Gerrard
Winstanley tras el fracaso de la colina de St. George, regresó a Londres a
dedicarse al comercio, donde murió en 1676 a la edad de 67 años. Y así acabó
una de las primeras experiencias registradas históricamente de colectivización.
Profundizando un poco más en los postulados de distintos
autores del socialismo utópico gestado entre los siglos XVIII y XIX después de
estos primeros intentos populares de implementar sociedades comunales, en donde
el bien común es el principio básico, este tomado del pensamiento utópico. Encontramos
entre los socialistas utópicos una serie de similitudes en lo referido a su
concepción ideal de la sociedad y de los mecanismos de transformación social. Henri
de Saint-Simon (1760-1825) es quizá el más ambiguo en sus escritos de todos los
socialistas utópicos. De origen aristocrático, mostró algunas contradicciones
inconclusas que fueron acotadas posteriormente por sus seguidores. Decepcionado
por los resultados de la Revolución Francesa y la traición a sus grandes
ideales, encontró la necesidad de abrazar una nueva religión que sustituyera al
cristianismo ortodoxo. Los hombres tendrían que comportarse como hermanos,
tendrían que subordinarlo todo al esfuerzo por mejorar la existencia de la
clase más numerosa18.
En sus obras expuso varias ideas
geniales sobre la sociedad socialista del futuro. Aunque no poseía una clara
idea de las contradicciones entre el proletariado y la burguesía, creía que la
más importante es la contradicción entre el trabajo y la ociosidad. Saint-Simon
afirmaba que el capitalismo ha de ser sustituido por un régimen social más
elevado, cuyo fin estriba en mejorar la situación de “la clase más numerosa y
más pobre”, es decir el proletariado. Pero estimaba que el instrumento
principal para la reorganización de la sociedad, no era a través de una
revolución armada, sino mediante la prédica moral dirigida a los representantes
de las clases dominantes, por lo que se declaraba enemigo de la lucha de
clases, por lo cual quedaba descartado una revolución o insurgencia como las
cometidas por Tomás Münzer y Gerrard Winstanley. Según palabras de Engels, en
Saint-Simon se contenían, en germen, casi todas las ideas socialistas
posteriores, pero los errores y la falta de consecuencia que se encuentran en
las concepciones de Saint-Simon se explican por el hecho de que entonces
estaban poco desarrollado el modo de producción capitalista19.
17
Moro, Tomás “Libro primero” en Utopía, editorial
Tomo, México, 2005, pp. 68.
18 MacKenzie Norman. Breve Historia del
Socialismo. Ed. Labor, Barcelona, 1973, pág. 25.
Para Saint-Simon, en su modelo de sociedad ideal, la
clase industrial debe ocupar el rango primero, porque es la más importante de
todas según él; porque esta clase industrial puede prescindir de las otras,
mientras que las otras no pueden prescindir de ella, ensalzando con el trabajo
y despreciar a las clases ociosas de la sociedad, como indica en sus cartas
defendiendo que “todos los hombres deben trabajar” 20. Su posición
sobre la clase industrial unido a su preocupación por la clase más numerosa,
con la idea de que la función propia del Estado consiste en garantizar el
bienestar de las masas será recogido con posterioridad como un primer apunte
hacia el proletariado industrial.
Únicamente en su último trabajo, “El nuevo cristianismo”, se manifestó
como representante directo de la clase obrera y declaró que la liberación de
esta clase constituye el fin último del nuevo régimen social. Las ideas de
Saint-Simon encontraron una última difusión y desarrollo entre sus discípulos,
que formaron la escuela del sansimonismo, que tuvo repercusiones muy hondas en
el socialismo francés y europeo sobre todo en Alemania, donde Marx y sus
predecesores entraron en contacto con ella. El grupo se había constituido como
asociación regular poco después de la muerte del maestro, pero es después de la
Revolución burguesa de 1830 cuando cobra verdadera fuerza y supera el
industrialismo para constituirse en una auténtica corriente socialista, la cual
fue degenerando poco a poco en una secta religiosa y se disgregó a principios
de la tercera década del siglo pasado21.
Ya
adentrados en el siglo XVIII, entre los socialistas utópicos más influyentes tenemos
a Charles Fourier (1772-1837), criticado en muchas ocasiones por una
imaginación desbocada que le llevaba a diseñar hasta el último recodo de sus
construcciones ideales, el mismo Engels quedó maravillado con sus
planteamientos, hasta el punto de considerarse a sí mismo fourierista. En su
obra Charles Fourier cree necesaria la instauración de la armonía universal y a la
satisfacción de las necesidades primarias, sociales, intelectuales, así como de
los deseos del hombre, a la vez que denuncia al sistema carente de armonía del
capitalismo y el comercio, de la proletización de los seres vivientes y la
negación de su individualidad, con la demostración del aumento de la pobreza en
la abundancia, de manera que la desigualdad en la producción y en la
distribución de las riquezas hace que el mundo industrial representa la
negación de la civilización y por ende de la propia humanidad. En palabras de Engels22,
Fourier “pone al desnudo despiadadamente la miseria material y moral del mundo
burgués, y la compara con las promesas fascinadoras de los viejos ilustradores,
con su imagen de una sociedad en la que sólo reinaría la razón, de una
civilización que haría felices a todos los hombres y de una ilimitada
perfectibilidad humana”.
Para Fourier la civilización burguesa es el resultado de un
apartamiento en lo fundamental de las verdaderas normas de la vida social, es
una perversión que hunde sus raíces en la ignorancia de las necesidades permanentes
de la naturaleza humana. Estas necesidades se concretan en los instintos y las
pasiones. La civilización burguesa por el contrario, se ha dedicado a
reprimirlas generando así una fuente constante de infelicidad y tensión social.
Aspecto que ya había mencionado Tomás Moro como necesario para una sociedad
ideal: “…en Utopía todos los placeres son permitidos, mientras no engendren
ningún mal”23.
20 Guerrero,
Diego. Historia del pensamiento económico heterodoxo. Ed. Trotta, Madrid, 1997,
pág. 50.
22
Engels, Friedrich. Del
socialismo utópico al socialismo científico. Edición virtual:
http://bivir.uacj.mx/
23 Moro,
Tomás “Libro primero” en Utopía, editorial
Tomo, México, 2005, pp. 106.
En cuanto a la forma de organización de su sociedad ideal,
Fourier describe escrupulosamente hasta los últimos detalles, se trata de
asociaciones o instituciones colectivas en el que los medios de
producción, los trabajos y los alojamientos serían comunes. Incide en la voluntad
del trabajo e incluso plantea la rotación de las ocupaciones para evitar lo
aburrido de la especialización. Así, indica en su obra La doctrina social24. No es de extrañar que Marx y
Engels viesen en él un adelanto de su división de la trayectoria del desarrollo
humano que culminará con la Revolución Proletaria y la instauración del
comunismo.
Ya en la primera mitad del siglo XIX en
Inglaterra, estaban firmemente asentados los cimientos de la industria, mientras
en la Europa continental la clase trabajadora no apareció como fuerza
importante e independiente hasta las revoluciones de 1848, en esa fecha el
proletariado inglés ya había creado su propio partido de masa y sus
organizaciones sindicales y había experimentado empresas en régimen de
cooperativa. Este estadío superior de desarrollo del capitalismo genera a su
vez unas condiciones de vida más extremas e inhumanas del proletariado inglés. Sobre
estas condiciones materiales, inicia Robert Owen, uno de los industriales más
capacitados de su época, una serie de proyectos reformistas, siendo su
principal característica, persiguiendo una clara ideología personal
influenciada por Utopía de Tomás
Moro, y me refiero a la corriente del socialismo utópico.
Es así como en 1823
radicaliza sus planteamientos para pasar a proponer un sistema de colonias
comunistas para combatir la miseria reinante en Irlanda. Son varios los
experimentos que Robert Owen inició para poner en práctica su teoría: El
primero de ellos es la fábrica de hilados New Lanark (1800-1829), la gran
colonia que Owen dirigió en Escocia y que resultó ser una colonia utópica para
su tiempo con una población que rondaba los 2,000 habitantes, de los cuales 500
eran niños, en esta comunidad Robert Owen rescató muchos de los aspectos
propuestos por Tomás Moro en Utopía,
siguiendo Owen la tendencia del socialismo utópico. A diferencia de los demás
ricos industriales de Inglaterra del siglo XIX, Robert Owen no se conforma con
sólo ganar mucho dinero, sino que quiere crear un nuevo tipo de sociedad, ya
que creía que el carácter de las personas depende del ambiente en que viven. De
manera que creando el ambiente adecuado, podría "producir" hombres
buenos y racionales. Creía que las personas son de naturaleza bondadosa que se
corrompen con la dureza de trato a que se ven sometidos en las nuevas
industrias británicas. Por esos mismos motivos Owen fue uno de los primeros
partidarios de la supresión de los castigos físicos en las fábricas inglesas,
práctica muy común en la Inglaterra de la época y de la de muchas décadas
después, de manera que los prohibió tajantemente cualquier tipo de castigo
físico en sus fábricas y comunidades, donde vivían sus obreros con sus familias.
New Lanark era una
comunidad modelo, en la que era desconocida la embriaguez que tanto reprocha Tomás
Moro en Utopía: “…las tabernas de
vino y de cerveza y los innobles juegos de azar, las cartas, los dados, ¿no vacían
rápidamente las bolsas de sus devotos y les encaminan al robo?”25,
también en New Lanark no existía los maltratos físicos, las agresiones
verbales, se mejoraron las viviendas, se aumentó significativamente el sueldo a
todos los obreros y se abrió en ella la primera escuela infantil de Gran
Bretaña. Pero, indica Engels, “Owen no estaba satisfecho con lo conseguido. La
existencia distaba mucho de ser, a sus ojos, una existencia digna de un ser
humano”26.
24 Fourier, Charles. Doctrina Social (El
Falansterio). Ed. Júcar, Madrid, 1978. Pág. 24.
25 Moro, Tomás
“Libro primero” en Utopía, editorial
Tomo, México, 2005, pp. 41.
A pesar de haber establecido, entre otras muchas cosas, jornadas
reducidas de trabajo para los obreros y una educación gratuita para sus hijos,
siguió viendo en esa forma de producción una forma de esclavitud. Así llegó a
otra conclusión: “si las máquinas eran una nueva fuente de riqueza y ellas
habían sido producidas por la clase obrera, a ella debían pertenecer también,
por tanto, sus frutos”27. De esta forma, introduce la crítica a la
propiedad privada y la defensa de la propiedad colectiva de los medios de
producción. Este acercamiento al comunismo le costó ser proscrito de toda la
sociedad oficial y la pérdida de su posición social.
Por una razón fundamental: sus
propuestas "utópicas" venían de su experiencia en las empresas más
grandes, tecnológicamente más avanzadas, y más rentables de su época, y que
eran las primeras "fábricas", pues hasta entonces existía una
industria dispersa o a domicilio. Que se hiciera rico de esta manera, no es una
simple faceta atractiva de su biografía: es el fundamento del que extrajo sus
propuestas, que tanto atrajeron a la clase trabajadora de Inglaterra. Otros
utópicos como Fourier y Saint-Simon, jamás supieron lo que era dirigir una
empresa.
Adelantemos ahora que cuando Owen
comienza su andadura política, es un industrial bien establecido, socio de una
empresa importante del sector textil, que desarrolla su actividad con los
últimos adelantos tecnológicos, con cerca de dos mil empleados, lo que
significa que era el establecimiento fabril más grande de su época en el
sector; y que Robert Owen, además de poseer la novena parte del capital, era el
único gestor y cobraba por su labor de dirección el impresionante salario de
1.000 libras al año. En suma, era lo que hoy llamaríamos el ejecutivo mejor
pagado y al frente de la empresa más grande y más innovadora. Las realizaciones
concretas de Robert Owen no son meramente utópicas e irrealizables como habían
intentado Tomás Münzer tres siglos atrás, sino que incluso las ideas de Robert Owen eran
rentables, y señalan la vía por donde deben caminar, no por el voluntarismo,
revolucionario o reformador, sino por la aplicación práctica de métodos de
gestión que a la vez aumenten la productividad de la empresa y el bienestar de
sus trabajadores.
Engels ensalza con
admiración la figura de Robert Owen, a la que asocia todos los progresos reales
registrados en Inglaterra en interés de la clase trabajadora. Como todos los
socialistas utópicos, Owen ejercería una importante influencia en el socialismo
científico y moderno, pero también merece un estudio desde el punto de vista de la historia empresarial, pues
la biografía de Robert Owen hasta es la de un empresario destacado de la
Revolución Industrial.
Mi trabajo que se enfocó en cuanto a
las repercusiones históricas de la obra Utopía,
las revoluciones, proyectos, insurgencias, movimientos sociales, géneros
literarios y el pensamiento utópico que generó su obra insignia de Tomás Moro,
concluyen hasta aquí en mi trabajo con Robert Owen que fue uno de los últimos
socialistas utópicos. Pero ahora
volvamos al presente, a nuestro tiempo, después de todo este arduo camino recorrido
por filántropos, revolucionarios y visionarios que lucharon y murieron por un
mundo mejor para todos, un mundo feliz, yo me hago la pregunta ¿alguna vez
podrá existir en el futuro aquella sociedad ideal y perfecta donde se cumplan
todos los anhelos y deseos de estos idealistas utópicos, podrá existir una
sociedad como la descrita en Utopía
por Tomás Moro?, donde no exista la injusticia, ni al opresión, ni la pobreza,
donde todos los ciudadanos sean felices, libres e igualitarios, donde el
dinero, que es la razón principal de los problemas y como estipulan los
utopistas y socialistas, es la causa principal de todas las guerras, conflictos,
sufrimiento y discusiones entre los hombres.
27
Engels, Friedrich. Del socialismo utópico al
socialismo científico. Edición virtual: http://bivir.uacj.mx
El día de hoy una sociedad así nos resulta desconocida, fantasiosa
e irreal dirían algunos, pero por lo que todos estos revolucionarios utópicos lucharon
siglos atrás podría ser construido en un mañana, en un futuro no muy distante,
en sociedades tecnológica y espiritualmente más avanzadas. Gracias al desarrollo de la informática
y la robótica, cabe ya la posibilidad de que las sociedades del futuro no sólo disminuya el trabajo, sino
que hasta pueda imaginarse una sociedad en donde desaparezca el empleo
remunerado, ósea el dinero. Está idea no es tan descabellada, ni utópica o
irreal, tan sólo entre los años 1875 y 1925 el tiempo medio de trabajo
disminuyo en un 24% en Europa Occidental, han bastado 25 años de 1950 a 1975
para que hubiera otra disminución del 20% en los países industrializados28.
La era industrial ha construido máquinas para ayudar al hombre en sus trabajos
primarios (agricultura) y secundarios (ganadería, fabricación de vehículos,
manufacturas, etc.). Hoy el sector de la informática está ultimando las
máquinas que habrán de reemplazar a los trabajadores por completo de sus
tareas.
Esta tendencia supondría en un futuro
la desaparición de la noción de trabajo, y el ganar dinero no será el objetivo
principal ni el criterio para estratificar a la sociedad dependiendo de sus
riquezas. Mientras que las máquinas y robots se encargarían de fabricar las
cosas necesarias para el hombre, y las computadoras se encargarían de mantener
comunicadas a las personas, la sociedad librada del trabajo podría decidir en
que ocupar todo de su tiempo libre como en la literatura, las artes, la música
y las ciencias. El mundo del mañana habrá de ser como los hombres quieran que
sea.
Y para concluir este trabajo, pondré textualmente lo que una vez en un foro
de internet, discutiendo sobre Estados perfectos y sociedades utópicas posteo una
niña de 13 años en un mensaje que me pareció apropiado y lo pondré aquí a modo
de conclusión:
"Soñaste" alguna vez con un mundo mejor? Eso era
algo que solía hacer todos los días pero no creía en los sueños, ni
menos en los "sueños hechos realidad", hasta que hace poco
comprendí que si algo tan frío como la realidad puede
"convertirse en sueño", entonces algo tan "tonto" como un sueño
puede fácilmente "convertirse en realidad".
Yo sueño con un mundo mejor, y sé que se puede,
hagamos un mundo mejor entre todos porque sé que no soy la
única persona que quiere un mundo mejor, una vez hace años
alguien prometió un mundo mejor, pero "dejó de creer", y si uno
ni siquiera puede "creer", algo tan fácil!, ¿cómo entonces
va a poder realizar sus sueños?.. si ni siquiera puede hacer algo tan
fácil como "creer en ellos"..
Nunca dejes de creer
28 Enciclopedia QUID,
“Interrogantes para el futuro: ¿hacia una sociedad del ocio?” en Vida y
sociedad, México, 1983, pp. 135.
Bibliografía:
Moro, Tomás, Utopía, editorial Tomo, cuarta edición, México, 2005.
Engels, Federico, Del socialismo utópico al socialismo científico [1880]. Lautaro,
Buenos Aires, 1946.
Fourier, Charles, El falansterio, Intermundo, Buenos
Aires, 1946.
Guerrero, Diego. Historia del pensamiento económico heterodoxo. Ed. Trotta, Madrid,
1997.
Bloch, Ernst, “La vida de Tomás
Münzer” en Tomás Münzer, teólogo de la
revolución, editorial Ciencia Nueva, Madrid.
Enciclopedia QUID, editorial Promexa, México,
1983.