ya solamente eres un recuerdo,
tengo vagos recuerdos de ti,
lamentablemente la mayoría son malos recuerdos.
Ya tienes 11 años desde que dejaste de vivir, hoy serias una mujer de 33 años pero la vida, Dios, el destino, la naturaleza o todos no te permitieron hacerlo.
Pensé que ya no te amaba, pero aquel día que me enteré de tu muerte brotaron lágrimas de mis ojos, camino a casa sollocé y pasando por un puente me detuve en él para llorar.
Habría con regularidad mi correo esperando encontrar un mensaje tuyo diciendo, que si bien no querías formar una familia conmigo, al menos, querías ser mi amiga, jamás pensé recibir un correo avisándome de tu muerte.
No te guardo rencor a pesar de tus groserías, insultos y tu desprecio hacia mí, a pesar de las ofensas que me hiciste yo quería que tuvieras una vida larga y feliz, incluso oré a Dios por ti en algunas ocasiones; jamás pensé que morirías.
No sé porque te amé, algunas cosas simplemente no tienen explicación.
La última vez que te vi con vida nos encontramos por casualidad en la calle; era de noche mientras jugaba y me divertía con mis compañeros, me miraste con desprecio fijamente sin desviar la mirada entre el mar de gente, no sé cuánto tiempo estuviste molesta observándome en silencio, estaba concentrado cantando, aplaudiendo y bailando con mis camaradas que no me dí cuenta cuando te fuiste; jamás volví a verte.
Nunca lo supiste pero infringiste un gran cambio en mi vida, por ti abandoné la universidad para ya no seguir viéndote todos los días, entré en depresión encerrado sólo en mi casa, me uní a ese grupo de saltimbanquis que les gustaba cantar y danzar en las plazas y las calles con sus extraños instrumentos e ininteligibles cantos para alegrar mi existencia y olvidarme de mis penas.
A veces me pregunto qué estilo de vida tendría ahora si jamás te hubiera conocido: ¿sería un cocinero? ¿un policía? ¿estaría ahora casado con hijos? ¿tal vez un empresario? ¿quizá muerto como tú?
Borré todas tus fotos, y no me arrepiento de haberlo hecho, el mirarte me hacia daño.
No sé ni para qué escribo esto, aparte de mí nadie lo leerá, pero escribiré tu nombre por última vez:
SALR