jueves, 2 de octubre de 2014

Historia del pensamiento utópico

El semestre pasado (3er semestre) en la clase de Historia Moderna me dejaron a modo de trabajo final que me enfocara en analizar un libro escrito en Europa entre el siglo XVI al XVIII que hubiera marcado a la humanidad desde su publicación hasta el presente. Que hubiera tenido gran trascendencia no sólo en el mundo literario, sino incluso en lo social, político e incluso en lo histórico. Escogí Utopía, libro por excelencia del género utópico  (aunque bien podría ser de ciencia ficción) que inmortalizó a su autor y lo beatificó (si Tomás Moro es un santo, fue beatificado por el Vaticano). Desde la publicación de Utopía, se han inspirado en él para llevarlo a la práctica toda clase de individuos de las más diversas ideologías, estractos y clases sociales, desde los más humildes campesinos (Thomas Münzer) hasta los más ricos y poderosos (Robert Owen).



Historia del pensamiento utópico y el impacto histórico de Utopía de Tomás Moro en los movimientos y revoluciones sociales desde su publicación en el siglo XVI.
En su famoso dialogo “La república de Platón”, describe lo que para él es una organización social perfecta, y cuando se le pregunta dónde se encuentra esa espléndida sociedad él responde: U-Topós, o sea, en ningún lugar, expresando con ello que su teoría es una ficción y un conjunto de ilusiones, pero que algo así no podría ocurrir en la realidad. Por eso la palabra Utopía ha llegado a nosotros a tener el significado de fantasía, un anhelo irrealizable¹. La palabra "utopía" por sí misma tiene muchos significados, corrientemente se emplea como equivalente de irreal, pero también la palabra Utopía se relaciona mucho a la palabra felicidad, todo mundo la desea, y en cuanto la desea se busca la manera de cómo llegar a ella, pero al mismo tiempo la considera un bien inalcanzable y no hace nada por conseguirla. Utopía significa pues esas cuatro palabras:”irreal-felicidad-fantasía-inalcanzable”. Pocas palabras tienen esa múltiple connotación, ese raro antagonismo².
       Tomás Moro nació en Londres en 1478 y fue hijo de un juez de la corte, por lo que desde chico vivió en el mundo de las leyes, la política y la jurisprudencia. Moro describe en Utopía lo que para él es una sociedad ideal, una sociedad perfecta, donde se realizan en la práctica los valores que conforman su filosofía social y política, la cual se identifica con el humanismo renacentista. La obra de Moro es extraordinariamente avanzada para su tiempo, el modelo de sociedad que representa es evidentemente democrático y algunos dicen que socialista, por lo que se le considera uno de los precursores del “socialismo utópico”, lo que en este caso no debe considerarse como ingenuo sino progresista. Por otro lado, Tomás Moro fue canonizado, es un santo, vive en la eternidad y puede intervenir en las cosas del mundo, aunque hasta donde se sabe, prácticamente nadie le reza. Sin embargo, no deja de ser un símbolo interesante de los grandes deseos que sólo se realizan entre todos y para todos, por lo que resultaría válido y congruente rematar esta introducción con una oración: “Sancte Thomas, ora pro te ipso´…para que en el tiempo y en el mundo se realicen tus anhelos. Hazte tú mismo el milagro de que surja la utopía³.
        UTOPÍA de Tomás Moro es su obra por excelencia, con ella se inaugura en la historia de la humanidad el concepto de “pensamiento utópico". Esta obra fue publicada en Lovaina en 1516, Tomás Moro había confiado a Erasmo de Rotterdam su más fiel y querido amigo la misión de supervisar la publicación. El escrito originalmente se presenta en dos tomos y en forma de historia maravillosa. Utopía ante todo es una crítica a la sociedad inglesa del siglo XVI, muy parecido al estilo de George Orwell en Rebelión en la Granja que critica al régimen de Stalin con un simbolismo similar que el usado en Utopía, pero que en lugar de una isla, toda la URSS es una granja donde los animales organizan una revolución para echar fuera a los humanos para autogobernarse.



¹ Prologo de Utopía de Tomás Moro, editorial Tomo, cuarta edición, 2005.


³ Comentario de Roberto Mares de Utopía de Tomás Moro en contraportada, editorial Tomo, 2005.

En Utopía, Tomás Moro cree necesario ante todo seguir dos principios básicos donde descansa su obra, primero, un cambio en la organización social y moral de la sociedad, así como la necesaria instauración de la “propiedad en común” para todos los ciudadanos en la isla, todo esto ambientado en el siglo XVI y enfocado principalmente para la isla de Inglaterra. Esta idea de propiedad en común o por así llamarlo “comunismo primitivo”, para Moro no es tan descabellado, porque dicha organización social en su tiempo existía, no era sólo una fantasía irrealizable, dicha realidad se concretaba precisamente en las nuevas tierras que acababan de descubrirse en América a sólo 24 años de la publicación de Utopía. Allá es donde en muchas partes de las nuevas tierras descubiertas, es común esta forma de organización comunal que él propone, por lo tanto su pensamiento utópico es posible.
        La obra de Utopía nace por tanto no ya bajo el signo de “irrealidad histórica”, sino bajo el de “posibilidad histórica”. Es lo que para Tomás Moro en su conciencia exige como moralmente necesario y correcto para Inglaterra, es  históricamente posible, muy difícil si, pero no imposible. Con  Utopía, en este nuevo contexto histórico del siglo XVI, con el fin próximo de la edad media y el descubrimiento de nuevas tierras, surge esta nueva posibilidad de “potencialidad histórica. Moro con Utopía crea de esta manera no sólo un nuevo género literario, con 1984 de George Orwell y Mundo Feliz de Aldous Huxley como máximas obras de este género claramente influenciadas por ideas de Utopía,  sino que a la vez Tomás Moro crea una nueva forma de pensamiento, el pensamiento utópico.
        El componente utópico es fundamental en algunos representantes del comunismo primitivo o protosocialismo. Numerosos pensadores, hacen referencia aunque sea en términos generales en cuanto a Estados y sociedades perfectas  a la Utopía de Tomás Moro y la Republica, de Platón.
        Como ya dijimos, Utopía para Moro, es el futuro hacia el que la isla de Inglaterra está orientada, en teoría, pero que puede ser llevada a la práctica. Utopía es la esperanza de Tomás Moro, no sólo política, económica y socialmente, sino una esperanza para reformar el cristianismo y la moral de toda la isla. Al leer su obra, las instituciones utópicas son la respuesta a los problemas concretos ingleses que se presentaban en el siglo XVI. Utopía no es pues, una mera fantasía o novela fantástica, sino una posibilidad del potencial histórico que puede llevarse a la realidad concreta para solucionar problemas reales, y que fue producto de la razón y las experiencias personales de Tomás Moro. Él propone evitar aquellas instituciones que estimulan la voluntad de dominio y la explotación del hombre por el hombre, con lo cual hacen históricamente "imposible" la realización de la felicidad, paz, igualdad y la realización del verdadero cristianismo 4.    
        Estas instituciones explotadoras y dominantes tienen por soporte según Moro, la propiedad privada. Es por esto que Tomás Moro está en contra de la propiedad privada y quiere demostrar en Utopía que la propiedad común, es la clave para la igualdad y felicidad: “…donde quiera que exista la propiedad privada, donde todas las cosas se midan por el dinero, no se podrá conseguir nunca que en el Estado imperen la justicia y la prosperidad”5. De esta forma Tomás Moro emite un juicio radicalmente crítico sobre la sociedad cristiana inglesa del siglo XVI: “ésta no es razonable y, por lo tanto, con mayor razón, no es cristiana”. Los mandamientos de Cristo están todavía muy lejanos de la práctica del mundo cristiano, principalmente en la isla de Inglaterra que más preocupa a Moro.

4 Tomás Moro, “Libro primero” en Utopía, editorial Tomo, México, 2005, pp. 42.

5 Ídem, pp.68.

La corrupción política en la Inglaterra del siglo XVI que critica en Utopía, tiene tales dimensiones, que ya ni se puede proponer la reforma a fondo de todas las instituciones vigentes. No existe otro camino que el de un cambio radical de todas las instituciones inglesas, por eso él cree necesario  abolir el concepto de propiedad privada, que es el principal mensaje de trasfondo que nos ofrece Tomás Moro en Utopía. Esta idea expuesta por él, es a mi punto de vista el principal impacto histórico de la obra de Utopía que trascendió no sólo en el campo literario y filosófico, sino en lo político-económico-social. Traduciendo a Moro en un lenguaje posterior a él, se puede decir que fue de los pioneros en el pensamiento socialista y la revolución comunista que se gestó siglos después con Marx6, sin olvidar los diferentes movimientos sociales reformistas que se gestaron influenciados por Utopía, antes de que estallaran las grandes revoluciones socialistas del siglo XX.
        Con estos planteamientos quiero poner sobre la mesa la noción de “socialismo utópico” que fue un concepto claramente influenciado por las ideas de Tomás Moro en Utopía. Este Socialismo Utópico ha sido acuñado para denominar a un grupo diverso de pensadores y activistas que vivieron entre los siglos XVIII y XIX, configurando un prematuro adelantamiento al socialismo moderno, el término es acuñado por Federico Engels y Karl Marx para distinguirlo de una corriente que considera más madurada, el socialismo científico. En un momento histórico en el que las condiciones materiales del sistema capitalista eran las adecuadas para una correcta comprensión del funcionamiento de la lucha de clases, Engels analiza en su texto “Del socialismo utópico al socialismo científico” a tres grandes autores claramente influenciados en gran o menor medida por Utopía que fueron Saint-Simon, Fourier y Robert Owen. Engels denomina a estos autores como los fundadores del socialismo7.
        Norman MacKenzie en su “Breve Historia del Socialismo”, realiza un repaso de todas las prácticas y teorías precedentes al socialismo utópico: las revueltas campesinas en la Europa de la Edad Media; Tomás Münzer y los anabaptistas protocomunistas; la famosa “Utopía” de Tomás Moro de 1516; los levellers ingleses y los diggers encabezados por Gerard Winstanley a mediados del siglo XVII; los escritores franceses Mably y Morel; el comunitarismo de Rousseau, son algunas de las experiencias que contribuyen a la formación del socialismo8. Estos movimientos se gestaron después de que Tomás Moro hubo publicado Utopía, que a través de la historia, se han ido elaborando proyectos de sociedades utópicas en base a las ideas de Tomás Moro, algunas con pretensiones de hacerlas reales, empezando con Tomás Münzer. En el caso de Münzer, fue uno de los primeros revolucionarios que luchó por la instauración de una sociedad justa, igualitaria y del bien común, hijo único de una familia humilde nacido en Stolberg hacia 1490. Ya desde muchacho conoció todas las amarguras de los pobres y de la injusticia, estando suficientemente dispuesto a sufrir con ellos9. Así pues la ideología principal en aquel tiempo consistía en intentar una renovación. Los campesinos exigían se les devolviera aquello  que antaño habían poseído en cuanto ocupantes originarios. No sólo se trataba de que la situación se enmendara para bien, sino justamente de que todo volviera a ser como antes, cuando todavía existían hombres libres, dentro de la comunidad y cuando la tierra a la manera primitiva, era de todos y se explotaba en régimen comunal.


7 Marx, Karl y Engels, Friedrich. El Manifiesto Comunista. Edición virtual: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

8 Guerrero, Diego. Historia del pensamiento económico heterodoxo. Ed. Trotta, Madrid, 1997,página 58.

9 Bloch, Ernst, “La vida de Tomás Münzer” en Tomás Münzer, teólogo de la revolución, editorial Ciencia Nueva, Madrid, pp.18.

En consecuencia, los hombres pertenecientes a esta otra cara del renacimiento, se sentían tanto amenazados como dignificados al mismo tiempo a través de la pobreza y el arduo trabajo, creían que el fin de los tiempos se avecinaba y con este sentido milenarista, creían que era un camino de regreso al hogar, en el cual había de diluirse el viejo mundo y aun dios mismo para formar una única comunidad de cristianos10. Y así predicaba Münzer había de suceder a todos los pobres y menesterosos, al campesino y al siervo, en donde hombres carnales y terrenales se convertirían en dioses por gracia de la encarnación de Cristo11.  Tan en lo profundo el impulso y el contenido de esta revolución, la más espiritual que hasta entonces conociera el mundo en amplitud, influenciada en parte por Utopía. Si el mismo Cristóbal Colon había buscado por entonces no ya la vía marítima hacia unas Indias terrenas, sino más bien la Atlántida o el Paraíso, con tanta mayor razón se orientaba el arca de Tomás Münzer nada menos que hacia los absolutos de Cristo y el apocalipsis.
        A ello se unía aún la demolición de la sociedad feudal, emprendida por los humanistas con intención terrena por excelencia y remitiéndose a las fuentes de la antigüedad y en la mayor parte de los casos a autores que habían prefigurado  ya los principios fundamentales comunistas para su aplicación estatal. El contundente libro de Platón sobre el Estado halló por entonces en la Utopía de Tomás Moro su primera paráfrasis, significativamente dulcificada12.
        Con estos clamores de la época, Tomás Münzer se lanzó a una vía abiertamente revolucionaria, proclamando la legitimidad de luchar contra las autoridades tiránicas. Sus predicaciones revolucionarias y colectivistas contribuyeron a desencadenar la sublevación conocida como la Guerra de los Campesinos de la que llegó a ser uno de los principales líderes, uno de sus gritos de batalla fue  “todas las cosas nos son comunes”, que se extendió desde el suroeste de Alemania hasta Salzburgo, Turingia y Sajonia, de las cuales sabemos sus funestos resultados.  Totalmente derrotado, capturado, encarcelado y torturado, Müntzer se retractó aceptando la fe católica romana en masa antes de su decapitación en Muehlhausen en Turingia el 27 de Mayo de 1525. Fue decapitado y su cuerpo fue mostrado públicamente como una advertencia de lo que sucedería a todos los que eran considerados traidores y predicaran falsas doctrinas. Para  algunos  historiadores ven en Tomás Münzer  como sólo un radical de corta vida, sin embargo, los socialistas lo consideran como un símbolo de la antigua lucha de clases, un pionero, un luchador que buscaba la igualdad y que anhelaba que los campesinos y obreros obtuvieran mejores condiciones de vida, todo esto indudablemente influenciado en menor o mayor parte por la obra de Tomás Moro13.
        No fue sino  más de cien años después de regreso a la isla de Inglaterra, que un domingo de abril de 1649 se reúnen en la Colina de St. George un grupo de jornaleros sin tierra encabezados por Gerrard Winstanley, cuya intención era la de crear un ejemplo similar al de Münzer  y Tomás Moro, ósea la propiedad comunal. Comenzaron a cavar las tierras baldías y así hacer frente, además, a la demanda de alimentos de los más pobres. La intención de Winstanley era dar a conocer que la tierra podía convertirse en un tesoro común de subsistencia de toda la humanidad donde todos los recursos naturales debían ser bienes fundamentales de todo el pueblo, sin acepción de personas.


10 Bloch, Ernst, “La vida de Tomás Münzer” en Tomás Münzer, teólogo de la revolución, editorial Ciencia Nueva, Madrid, pp.71.

11 Ídem, pp.72.

12 Ídem, pp.74.


La lucha de Gerrard Winstanley14 empezó contra los grandes señores que no cultivaban muchas de sus tierras, dejándolas baldías y haciendo así subir los precios. Tras su famosa visión de crear una sociedad comunal para trabajar la tierra, dedicó todo su tiempo a explicar mediante folletos el cambio crucial que debía tomar la propiedad de la tierra.  Criticaba ferozmente a los terratenientes que vallaban sus tierras para, en teoría, hacerlas más productivas, sin embargo, el aumento de población de Inglaterra en este siglo hacía inviable alimentar a toda su población. Winstanley plantea en su reforma agraria no sólo un reparto más justo, sino un aprovechamiento de las tierras baldías con una agricultura intensiva que pudiera dar de comer a toda la población. Cosa que ya había criticado Tomás Moro del sistema ingles en Utopía al decir:  
“…aquellos que pretenden que la miseria del pueblo es una garantía de paz para el Estado, cometen un gran error. Reinar sobre un pueblo de miserables no es propio de la dignidad de un soberano, que tiene el deber de ejercer su potestad sobre una nación rica y feliz” 15.
        En el caso de Winstanley, fue uno de los primeros revolucionarios comunistas que fue influenciado indudablemente por la revuelta campesina de Tomás Münzer, y en parte  este, a las ideas expuestas por Tomás Moro en Utopía, en el cual tienen muchas cosas en común tanto Gerrard Winstanley como las ideas expuestas en la isla utópica de Moro. Aquí podríamos ver una especie de reacción en cadena, una ideología que tuvo impacto histórico en los movimientos sociales de Europa, iniciado en 1516 cuando Tomás Moro acuñó el término de Utopía, concepto y pensamiento que no se quedó sólo en el ámbito literario o filosófico, sino como una idea de potencial histórico. Aunque analizando la historia se puede ver que el pensamiento utópico y sus repercusiones sociales, se han hecho cada vez más racionales a lo largo del tiempo, se han ido dejando paulatinamente las irreflexiones, las sublevaciones irracionales proponiendo un mundo mejor pero ilógico, por cada vez gestarse movimientos y proyectos sociales, aunque utópicos sí, pero basados cada vez más en la razón y en la lógica.
        Gerrard Winstanley es un parte aguas de esta tendencia utópica, pues aunque influenciado por Tomás Münzer y Utopía, él no proponía la abolición de la propiedad privada. Muy lejos de caer en los riesgos utópicos de que “todo pertenece a todos” y las ideas de la “propiedad en común”, Winslanley mantiene la propiedad privada, -si-, pero le es insoportable la propiedad privada de la tierra. La tierra es el tesoro común decía, y a esta comunidad de la posesión y cultivo de la tierra debe dirigirse la transformación política y social. Gerrard Winstanley vincula la caída humana, en el abandono de la propiedad originaria en común de esta tierra y señala que la propiedad privada de la tierra es el origen de los problemas, las guerras y las disensiones entre los hombres. El equivalente de ese bien agrícola, la tierra, ese tesoro común, serían posteriormente para los socialistas y comunistas modernos, los medios de producción, los medios económicos de reproducción, subsistencia y desarrollo que no habían de limitarse únicamente a la tierra16.

14 La infancia de Gerrard Winstanley es ampliamente desconocida, sin embargo se sabe que fue bautizado en 1609 en la parroquia de Wigan, y que él era el hijo de un tal Edward Winstanley, la identidad de su madre sigue siendo desconocida. Se trasladó en 1630 a Londres donde se convirtió en un aprendiz de sastre, finalmente en 1638 siendo un hombre libre se unió al gremio de Sastres de Merchant. Se casó con Susan King, la hija de  cirujano londinense en 1639. Gerrard Winstanley después de su ardua actividad política y religiosa, regresó a su oficio en Londres muriendo en 1676. Fuente: http://centrodeartigos.com/articulos-utiles/article_110321.html

15 Moro, Tomás “Libro primero” en Utopía, editorial Tomo, México, 2005, pp. 62.


El razonamiento de Winstanley era, si “el más pobre tiene derecho al voto como el más rico”, entonces, “el más pobre tiene derecho a la tierra tan cierto como el más rico”. Al lado de la propiedad de la tierra como “tesoro común”, son reiteradas las acusaciones de Winstanley contra del sistema de mercado de compra/venta, práctica que condena sin cesar, hasta el punto de proponer la vuelta al trueque y la abolición del dinero. Pensamiento casi idéntico expuesto por Tomás Moro en Utopía al considerar indispensable la abolición del dinero para el bien común al decir: “donde todas las cosas se miden por dinero, no se podrá conseguir nunca que en el Estado imperen la justicia y la propiedad” 17.
        El utopismo político de Winstanley se vislumbraba en una Inglaterra verdaderamente democrática, igualitaria y libre. Con este miedo de una revolución de los pobres, los terratenientes temiendo a que se extendiera este modelo de explotación comunal a toda la isla, fueron denunciaron a los tribunales los insurrectos liderados por Winstanley, fueron hostigados con un boicot y bloqueo económico. Un año después de empezar a trabajar las tierras, los campesinos fueron expulsados tras la decisión del tribunal, sus chozas fueron quemadas y la colonia de St. George dispersada. El propio Gerrard Winstanley tras el fracaso de la colina de St. George, regresó a Londres a dedicarse al comercio, donde murió en 1676 a la edad de 67 años. Y así acabó una de las primeras experiencias registradas históricamente de colectivización.
        Profundizando un poco más en los postulados de distintos autores del socialismo utópico gestado entre los siglos XVIII y XIX después de estos primeros intentos populares de implementar sociedades comunales, en donde el bien común es el principio básico, este tomado del pensamiento utópico. Encontramos entre los socialistas utópicos una serie de similitudes en lo referido a su concepción ideal de la sociedad y de los mecanismos de transformación social. Henri de Saint-Simon (1760-1825) es quizá el más ambiguo en sus escritos de todos los socialistas utópicos. De origen aristocrático, mostró algunas contradicciones inconclusas que fueron acotadas posteriormente por sus seguidores. Decepcionado por los resultados de la Revolución Francesa y la traición a sus grandes ideales, encontró la necesidad de abrazar una nueva religión que sustituyera al cristianismo ortodoxo. Los hombres tendrían que comportarse como hermanos, tendrían que subordinarlo todo al esfuerzo por mejorar la existencia de la clase más numerosa18.
        En sus obras expuso varias ideas geniales sobre la sociedad socialista del futuro. Aunque no poseía una clara idea de las contradicciones entre el proletariado y la burguesía, creía que la más importante es la contradicción entre el trabajo y la ociosidad. Saint-Simon afirmaba que el capitalismo ha de ser sustituido por un régimen social más elevado, cuyo fin estriba en mejorar la situación de “la clase más numerosa y más pobre”, es decir el proletariado. Pero estimaba que el instrumento principal para la reorganización de la sociedad, no era a través de una revolución armada, sino mediante la prédica moral dirigida a los representantes de las clases dominantes, por lo que se declaraba enemigo de la lucha de clases, por lo cual quedaba descartado una revolución o insurgencia como las cometidas por Tomás Münzer y Gerrard Winstanley. Según palabras de Engels, en Saint-Simon se contenían, en germen, casi todas las ideas socialistas posteriores, pero los errores y la falta de consecuencia que se encuentran en las concepciones de Saint-Simon se explican por el hecho de que entonces estaban poco desarrollado el modo de producción capitalista19

17 Moro, Tomás “Libro primero” en Utopía, editorial Tomo, México, 2005, pp. 68.

18  MacKenzie Norman. Breve Historia del Socialismo. Ed. Labor, Barcelona, 1973, pág. 25.


Para Saint-Simon, en su modelo de sociedad ideal, la clase industrial debe ocupar el rango primero, porque es la más importante de todas según él; porque esta clase industrial puede prescindir de las otras, mientras que las otras no pueden prescindir de ella, ensalzando con el trabajo y despreciar a las clases ociosas de la sociedad, como indica en sus cartas defendiendo que “todos los hombres deben trabajar” 20. Su posición sobre la clase industrial unido a su preocupación por la clase más numerosa, con la idea de que la función propia del Estado consiste en garantizar el bienestar de las masas será recogido con posterioridad como un primer apunte hacia el proletariado industrial.
        Únicamente en su último trabajo, “El nuevo cristianismo”, se manifestó como representante directo de la clase obrera y declaró que la liberación de esta clase constituye el fin último del nuevo régimen social. Las ideas de Saint-Simon encontraron una última difusión y desarrollo entre sus discípulos, que formaron la escuela del sansimonismo, que tuvo repercusiones muy hondas en el socialismo francés y europeo sobre todo en Alemania, donde Marx y sus predecesores entraron en contacto con ella. El grupo se había constituido como asociación regular poco después de la muerte del maestro, pero es después de la Revolución burguesa de 1830 cuando cobra verdadera fuerza y supera el industrialismo para constituirse en una auténtica corriente socialista, la cual fue degenerando poco a poco en una secta religiosa y se disgregó a principios de la tercera década del siglo pasado21.
        Ya adentrados en el siglo XVIII, entre los socialistas utópicos más influyentes tenemos a Charles Fourier (1772-1837), criticado en muchas ocasiones por una imaginación desbocada que le llevaba a diseñar hasta el último recodo de sus construcciones ideales, el mismo Engels quedó maravillado con sus planteamientos, hasta el punto de considerarse a sí mismo fourierista. En su obra Charles Fourier cree necesaria la instauración de la armonía universal y a la satisfacción de las necesidades primarias, sociales, intelectuales, así como de los deseos del hombre, a la vez que denuncia al sistema carente de armonía del capitalismo y el comercio, de la proletización de los seres vivientes y la negación de su individualidad, con la demostración del aumento de la pobreza en la abundancia, de manera que la desigualdad en la producción y en la distribución de las riquezas hace que el mundo industrial representa la negación de la civilización y por ende de la propia humanidad. En palabras de Engels22, Fourier “pone al desnudo despiadadamente la miseria material y moral del mundo burgués, y la compara con las promesas fascinadoras de los viejos ilustradores, con su imagen de una sociedad en la que sólo reinaría la razón, de una civilización que haría felices a todos los hombres y de una ilimitada perfectibilidad humana”.
        Para Fourier la civilización burguesa es el resultado de un apartamiento en lo fundamental de las verdaderas normas de la vida social, es una perversión que hunde sus raíces en la ignorancia de las necesidades permanentes de la naturaleza humana. Estas necesidades se concretan en los instintos y las pasiones. La civilización burguesa por el contrario, se ha dedicado a reprimirlas generando así una fuente constante de infelicidad y tensión social. Aspecto que ya había mencionado Tomás Moro como necesario para una sociedad ideal: “…en Utopía todos los placeres son permitidos, mientras no engendren ningún mal”23.

20 Guerrero, Diego. Historia del pensamiento económico heterodoxo. Ed. Trotta, Madrid, 1997, pág. 50.


22 Engels, Friedrich. Del socialismo utópico al socialismo científico. Edición virtual: http://bivir.uacj.mx/

23 Moro, Tomás “Libro primero” en Utopía, editorial Tomo, México, 2005, pp. 106.

En cuanto a la forma de organización de su sociedad ideal, Fourier describe escrupulosamente hasta los últimos detalles, se trata de asociaciones o instituciones colectivas en el que los medios de producción,  los trabajos y los alojamientos serían comunes. Incide en la voluntad del trabajo e incluso plantea la rotación de las ocupaciones para evitar lo aburrido de la especialización. Así, indica en su obra La doctrina social24. No es de extrañar que Marx y Engels viesen en él un adelanto de su división de la trayectoria del desarrollo humano que culminará con la Revolución Proletaria y la instauración del comunismo.
        Ya en la primera mitad del siglo XIX en Inglaterra, estaban firmemente asentados los cimientos de la industria, mientras en la Europa continental la clase trabajadora no apareció como fuerza importante e independiente hasta las revoluciones de 1848, en esa fecha el proletariado inglés ya había creado su propio partido de masa y sus organizaciones sindicales y había experimentado empresas en régimen de cooperativa. Este estadío superior de desarrollo del capitalismo genera a su vez unas condiciones de vida más extremas e inhumanas del proletariado inglés. Sobre estas condiciones materiales, inicia Robert Owen, uno de los industriales más capacitados de su época, una serie de proyectos reformistas, siendo su principal característica, persiguiendo una clara ideología personal influenciada por Utopía de Tomás Moro, y me refiero a la corriente del socialismo utópico.
        Es así como en 1823 radicaliza sus planteamientos para pasar a proponer un sistema de colonias comunistas para combatir la miseria reinante en Irlanda. Son varios los experimentos que Robert Owen  inició para poner en práctica su teoría: El primero de ellos es la fábrica de hilados New Lanark (1800-1829), la gran colonia que Owen dirigió en Escocia y que resultó ser una colonia utópica para su tiempo con una población que rondaba los 2,000 habitantes, de los cuales 500 eran niños, en esta comunidad Robert Owen rescató muchos de los aspectos propuestos por Tomás Moro en Utopía, siguiendo Owen la tendencia del socialismo utópico. A diferencia de los demás ricos industriales de Inglaterra del siglo XIX, Robert Owen no se conforma con sólo ganar mucho dinero, sino que quiere crear un nuevo tipo de sociedad, ya que creía que el carácter de las personas depende del ambiente en que viven. De manera que creando el ambiente adecuado, podría "producir" hombres buenos y racionales. Creía que las personas son de naturaleza bondadosa que se corrompen con la dureza de trato a que se ven sometidos en las nuevas industrias británicas. Por esos mismos motivos Owen fue uno de los primeros partidarios de la supresión de los castigos físicos en las fábricas inglesas, práctica muy común en la Inglaterra de la época y de la de muchas décadas después, de manera que los prohibió tajantemente cualquier tipo de castigo físico en sus fábricas y comunidades, donde vivían sus obreros con sus familias.
        New Lanark era una comunidad modelo, en la que era desconocida la embriaguez que tanto reprocha Tomás Moro en Utopía: “…las tabernas de vino y de cerveza y los innobles juegos de azar, las cartas, los dados, ¿no vacían rápidamente las bolsas de sus devotos y les encaminan al robo?”25, también en New Lanark no existía los maltratos físicos, las agresiones verbales, se mejoraron las viviendas, se aumentó significativamente el sueldo a todos los obreros y se abrió en ella la primera escuela infantil de Gran Bretaña. Pero, indica Engels, “Owen no estaba satisfecho con lo conseguido. La existencia distaba mucho de ser, a sus ojos, una existencia digna de un ser humano”26

24 Fourier, Charles. Doctrina Social (El Falansterio). Ed. Júcar, Madrid, 1978. Pág. 24.

25 Moro, Tomás “Libro primero” en Utopía, editorial Tomo, México, 2005, pp. 41.




A pesar de haber establecido, entre otras muchas cosas, jornadas reducidas de trabajo para los obreros y una educación gratuita para sus hijos, siguió viendo en esa forma de producción una forma de esclavitud. Así llegó a otra conclusión: “si las máquinas eran una nueva fuente de riqueza y ellas habían sido producidas por la clase obrera, a ella debían pertenecer también, por tanto, sus frutos”27. De esta forma, introduce la crítica a la propiedad privada y la defensa de la propiedad colectiva de los medios de producción. Este acercamiento al comunismo le costó ser proscrito de toda la sociedad oficial y la pérdida de su posición social.
        Por una razón fundamental: sus propuestas "utópicas" venían de su experiencia en las empresas más grandes, tecnológicamente más avanzadas, y más rentables de su época, y que eran las primeras "fábricas", pues hasta entonces existía una industria dispersa o a domicilio. Que se hiciera rico de esta manera, no es una simple faceta atractiva de su biografía: es el fundamento del que extrajo sus propuestas, que tanto atrajeron a la clase trabajadora de Inglaterra. Otros utópicos como Fourier y Saint-Simon, jamás supieron lo que era dirigir una empresa.
        Adelantemos ahora que cuando Owen comienza su andadura política, es un industrial bien establecido, socio de una empresa importante del sector textil, que desarrolla su actividad con los últimos adelantos tecnológicos, con cerca de dos mil empleados, lo que significa que era el establecimiento fabril más grande de su época en el sector; y que Robert Owen, además de poseer la novena parte del capital, era el único gestor y cobraba por su labor de dirección el impresionante salario de 1.000 libras al año. En suma, era lo que hoy llamaríamos el ejecutivo mejor pagado y al frente de la empresa más grande y más innovadora. Las realizaciones concretas de Robert Owen no son meramente utópicas e irrealizables como habían intentado Tomás Münzer tres siglos atrás, sino que incluso las ideas de Robert Owen eran rentables, y señalan la vía por donde deben caminar, no por el voluntarismo, revolucionario o reformador, sino por la aplicación práctica de métodos de gestión que a la vez aumenten la productividad de la empresa y el bienestar de sus trabajadores.
        Engels ensalza con admiración la figura de Robert Owen, a la que asocia todos los progresos reales registrados en Inglaterra en interés de la clase trabajadora. Como todos los socialistas utópicos, Owen ejercería una importante influencia en el socialismo científico y moderno, pero también merece un estudio desde el punto de vista de la historia empresarial, pues la biografía de Robert Owen hasta es la de un empresario destacado de la Revolución Industrial.
        Mi trabajo que se enfocó en cuanto a las repercusiones históricas de la obra Utopía, las revoluciones, proyectos, insurgencias, movimientos sociales, géneros literarios y el pensamiento utópico que generó su obra insignia de Tomás Moro, concluyen hasta aquí en mi trabajo con Robert Owen que fue uno de los últimos socialistas utópicos. Pero ahora volvamos al presente, a nuestro tiempo, después de todo este arduo camino recorrido por filántropos, revolucionarios y visionarios que lucharon y murieron por un mundo mejor para todos, un mundo feliz, yo me hago la pregunta ¿alguna vez podrá existir en el futuro aquella sociedad ideal y perfecta donde se cumplan todos los anhelos y deseos de estos idealistas utópicos, podrá existir una sociedad como la descrita en Utopía por Tomás Moro?, donde no exista la injusticia, ni al opresión, ni la pobreza, donde todos los ciudadanos sean felices, libres e igualitarios, donde el dinero, que es la razón principal de los problemas y como estipulan los utopistas y socialistas, es la causa principal de todas las guerras, conflictos, sufrimiento y discusiones entre los hombres.

27 Engels, Friedrich. Del socialismo utópico al socialismo científico. Edición virtual: http://bivir.uacj.mx

El día de hoy una sociedad así nos resulta desconocida, fantasiosa e irreal dirían algunos, pero por lo que todos estos revolucionarios utópicos lucharon siglos atrás podría ser construido en un mañana, en un futuro no muy distante, en sociedades tecnológica y espiritualmente más avanzadas.  Gracias al desarrollo de la informática y la robótica, cabe ya la posibilidad de que las sociedades  del futuro no sólo disminuya el trabajo, sino que hasta pueda imaginarse una sociedad en donde desaparezca el empleo remunerado, ósea el dinero. Está idea no es tan descabellada, ni utópica o irreal, tan sólo entre los años 1875 y 1925 el tiempo medio de trabajo disminuyo en un 24% en Europa Occidental, han bastado 25 años de 1950 a 1975 para que hubiera otra disminución del 20% en los países industrializados28. La era industrial ha construido máquinas para ayudar al hombre en sus trabajos primarios (agricultura) y secundarios (ganadería, fabricación de vehículos, manufacturas, etc.). Hoy el sector de la informática está ultimando las máquinas que habrán de reemplazar a los trabajadores por completo de sus tareas.
        Esta tendencia supondría en un futuro la desaparición de la noción de trabajo, y el ganar dinero no será el objetivo principal ni el criterio para estratificar a la sociedad dependiendo de sus riquezas. Mientras que las máquinas y robots se encargarían de fabricar las cosas necesarias para el hombre, y las computadoras se encargarían de mantener comunicadas a las personas, la sociedad librada del trabajo podría decidir en que ocupar todo de su tiempo libre como en la literatura, las artes, la música y las ciencias. El mundo del mañana habrá de ser como los hombres quieran que sea. 
        Y para concluir este trabajo,  pondré textualmente lo que una vez en un foro de internet, discutiendo sobre Estados perfectos y sociedades utópicas posteo una niña de 13 años en un mensaje que me pareció apropiado y lo pondré aquí a modo de conclusión:

"Soñaste" alguna vez con un mundo mejor? Eso era algo que solía hacer todos los días pero no creía en los sueños, ni menos en los "sueños hechos realidad", hasta que hace poco comprendí que si algo tan frío como la realidad puede "convertirse en sueño", entonces algo tan "tonto" como un sueño puede fácilmente "convertirse en realidad".
Yo sueño con un mundo mejor, y sé que se puede, hagamos un mundo mejor entre todos porque sé que no soy la única persona que quiere un mundo mejor, una vez hace años alguien prometió un mundo mejor, pero "dejó de creer", y si uno ni siquiera  puede "creer", algo tan fácil!, ¿cómo entonces va a poder realizar sus sueños?.. si ni siquiera puede hacer algo tan fácil como "creer en ellos"..
Nunca dejes de creer
28 Enciclopedia QUID, “Interrogantes para el futuro: ¿hacia una sociedad del ocio?” en Vida y sociedad, México, 1983, pp. 135.
Bibliografía:
Moro, Tomás, Utopía, editorial Tomo, cuarta edición, México, 2005.

Engels, Federico, Del socialismo utópico al socialismo científico [1880]. Lautaro, Buenos Aires, 1946.

Fourier, Charles, El falansterio, Intermundo, Buenos Aires, 1946.

Guerrero, Diego. Historia del pensamiento económico heterodoxo. Ed. Trotta, Madrid, 1997.

Bloch, Ernst, “La vida de Tomás Münzer” en Tomás Münzer, teólogo de la revolución, editorial Ciencia Nueva, Madrid.

Enciclopedia QUID, editorial Promexa, México, 1983.